―Tú eres nueva, ¿no?
―Sí, me llamo Julia.
―Encantada. Yo soy Rafaela y, tal vez, una
de las más veteranas en la residencia. Si quieres, puedes llamarme Rafi.
La mujer había abordado a Julia en la
puerta del CAMF, cuando esta se disponía a entrar después de haber dado un
paseo por los alrededores. Antes de hacerlo, la había estado observando
detenidamente: de mediana edad, tal vez había cumplido ya los cincuenta, aunque
no los aparentaba; el cuerpo, fibroso y atlético; los ojos, grandes y verdes,
rezumaban inteligencia y astucia.
(El caso del robo del camafeo)
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